El beso del fauno



Entré a mi casa (8.50 p.m.), colgué las llaves (misma hora), abrí el refrigerador (un instante después), saqué el cereal y la leche (otro instante después) pero cuando iba a servirla escuché unas carcajadas provenientes de mi habitación. Estaba solo y lo único que se me ocurrió fue tomar un cuchillo y acercarme a la puerta. “¿Quién anda ahí?”, grité, pero a medida que yo hablaba el enfadoso sujeto reía más y más. Abrí la puerta con las manos sudorosas y ya la cabeza empezaba a dolerme. Suerte que no era dolor de migrañas; sólo una punzada en la sien.
Entonces lo vi: un fauno metido en mi cama con la sábana hasta el cuello, partido en lágrimas de risa. Nunca una risa así se había escuchado en los sitios que conozco. Arrojé el cuchillo al suelo y me eché a reír con ese extraño de cuernos grises y mirada insoportablemente ridícula. Una mañana absurda y vámonos de vuelta a dormir. Para los grandes periódicos, para las comedias de terror.
Reímos un rato hasta que el fauno calló y me pidió un café. Le invité el café, el desayuno, el jugo de toronja que lo hizo estornudar diez veces y acabó por escupir en la alfombra. Lo senté a ver una película que ganó muchos óscares. Le di a escuchar mi colección de discos. Creí que le gustarían Mozart o los Beatles; lo que más le gustó escuchar fue Cri-Cri. Sorprendente y caprichoso fauno, y yo qué iba a saber.
Hubo un momento en que el fauno estaba distraído mirando una pelusa. De qué tierra provenía yo no lo sé, pero aproveché su distracción que ya sumaba algunos minutos para hablar a mi novia y a unos amigos. Que corrieran a mi casa a ver al invitado más maravilloso que un mortal había recibido en todos los siglos.
Para cuando llegaron el fauno me había castigado con el beso de la muerte y sólo encontraron que el loco de la llamada yacía muerto en el piso. Sin marcas, sin sobredosis, y del fauno no había un solo rastro o una sola sombra. Muerte por demencia, tal vez, pero esto lo informará la morgue. Traigan a los detectives, acaso hubo una mágica conspiración. 

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