Crónica: EN LA FIL #25


Morris Berman. De LJ

Primer día
Fecha de escritura: 27/11/11
Publicación: HM


Una conversación casual, entre dos chavos, en el camión 626 que lleva a la Expo, escenario de la Feria del Libro Internacional de Guadalajara, resume su inauguración y en qué contexto se da:
- Estaba viendo el discurso de Vallejo, al que le dieron el premio de este año. Le tiró durísimo al PRI. Varios priístas que estaban ahí se salieron.

- ¿Ah sí? Lo van a matar. Yo escuché que donó el premio para defensa de animales.
- Sí, todo. ¿Ya checaste lo de los cuerpos?
- Justo estaba pensando en eso cuando pasamos por ahí (por los Arcos del Milenio).
"Los cuerpos" se refiere a los 26 cadáveres que presuntos zetas dejaron en 3 camionetas en Guadalajara el jueves anterior. Y la conversación alude al discurso de Fernando Vallejo al recibir el premio donde sentencia: "Me hubieran educado en la escuela del PRI, y hoy estaría millonario". Y: "La siniestra policía del PRI, semillero de todos los cárteles de México", esto último proferido en relación al asesinato de su amigo Fernando Rosas en 1960 en Acapulco, como quien venga la pérdida. Para quienes ya leyeron alguna novela de Vallejo no es ninguna sorpresa su ironía y su implacable crítica. Sí lo es, en cambio, para Miguel Castro, presidente municipal de Tlaquepaque, quien sale furioso del recinto, al escuchar los comentarios que lo hieren a él, a su partido o a ambos. Vallejo se lanza también contra Vicente Fox y poster al acto contra Felipe Calderón, a quienes acusa de corromper al PAN. Su discurso oscila entre las canciones populares, las anécdotas de su vida en Colombia y México, la obligada cita a su admirado Porfirio Barba Jacob, su fe en la inexistencia de Cristo, la muerte, los animales; todo en el tono de sus novelas, salvo que acá habla a título personal y en sus novelas son sus múltiples alter-egos quienes toman la palabra.
Su premio de 150 mil dólares lo donará en estos días y a partes iguales a la asociación de Martha Alarcón, en Jalapa, y a la de Patricia Rico, en Ciudad de México, ambas defensoras y protectoras de los animales. 
La FIL este año se llena de numerosos elogios al cumplir su primer cuarto de siglo, y es palpable su crecimiento: este año recibe a 500 autores, 1500 editoriales y 345 mil títulos de libros. Ocupa 70 mil metros cuadrados de la Expo y su invitado especial es Alemania. El primer día ya resiente el ritmo acelerado de multitudes, escaparates llenos, compra de libros (casi ninguna editorial baja el precio, salvo unas horas del viernes) y escritores por aquí y por allá presentando sus obras. Menciono tres. 


1



Denisse Dresser presenta "El país de uno" y llena una sala con 300 personas. Afuera, por una pantalla, la pueden ver otras 100. Viste de un rojo intenso, y solitaria en la mesa, tras el micrófono, como una madre política que habla a sus hijos, los ciudadanos, expresa su ideario con voz pausada y tranquila, con palabras que cuida al articularlas. El público presta atención y Dresser, en esa prosa cuyo ritmo ha dependido siempre de las frases que se repiten y se intensifican a partir de una idea, se esfuerza por dejar condensada, en unas líneas, su visión:  Pregunta: ¿para qué sirve el conocimiento, el ascenso social si al final no se devuelve a los demás?. "¿Para qué sirve ser habitante de un país?". Ha venido a hablar directamente: "Un ciudadano mexicano tiene la tarea de salvar a su país". "La acción individual y colectivas sí son útiles (...) Aquí, frente a mí, está la esperanza", y abre sus manos para incluirnos a todos. 
Lo más interesante viene cuando levanta, en intensidad, sus palabras. No es la analista fría sino la que después de su análisis se permite ser arrastrada por sus emociones. No niega su patriotismo y no le quita la mínima dosis de melodrama que lo requiere. Habla, por ejemplo, del "mole negro de Oaxaca", de "la sonrisa de Carmen Aristegui" y de "las mariposas en Michoacán" y se siente orgullosa de todo ello, como también de "las canciones de Julieta Venegas" y "la poesía de Efraín Huerta". Es ahí cuando entonces devuelve: "Y cada quien tendrá su lista, su propio pedazo del país colgado del corazón". Entonces el melodrama a distancia se convierte en drama íntimo. O de otro modo: ríe la sala cuando menciona al "copete electrónico" o al Niño Verde, "Dios nos libre", pero cuando exige a los presentes que traten a sus políticos como a empleados, pues les están pagando, y no les den las gracias por "estar ahí" cuando los vean, y exijan sus derechos, suscita seriedad en la sala, el país de uno es el país de todos, y no de los oradores, y esa conciencia, aunque sea rápida, es una toma de responsabilidades que no todos los días.
El valor de su criterio queda mejor clarificado cuando le preguntan si verdaderamente pueden existir medios alternativos a Televisa y TV Azteca, punto clave de su libro. Dresser menciona las redes sociales, la excepcional labor de los twitteros más embebidos y resume: "cualquier mexicano con una computadora puede volverse un activista". No hay excusas y la batalla por una democracia real es larga, pero tiene en potencia su victoria si quienes la comandan son los mismos ciudadanos, y no representantes lejísimos de ellos. 


2

Quienes quieran asistir de cerca al declive de la cultura estadunidense, la lectura de la obra reciente de Morris Berman es muy recomendable. Incluye "Edad oscura americana", "El crepúsculo de la cultura americana" y "Cuestión de Valores". Este último libro, publicado en Sexto Piso, es el que lo trae a Guadalajara.
Muchos minutos antes de empezar su ponencia, Morris ya está en su lugar, hojeando un libro ilustrado de Moby Dick que acaba de comprarse. Lleva 5 años viviendo en Guanajuato. Abandonó su país, Estados Unidos, por las mismas razones que escribe libros que revelan sus profundas carencias. Lo presenta Eduardo Rabasa, su editor. Consigue comunicarse en un español trabajoso, con la entonación de quien no lo habla sino desde hace poco. Se considera a sí mismo un ingeniero que después de estrellarse el avión va a buscar la caja negra, la abre e investiga las causas de la caída. Con la metáfora reconoce sus limitaciones: no impedirá que caiga el avión, pero puede dejar "memoria histórica" del hecho. 
Argumenta que en el centro de la psique del estadunidense hay un vacío de identidad, una angustia de no existir que produce violencia. Si hay alguna identidad americana es negativa, en la lógica de Hegel: por contraposición, por antagonismo. Estados Unidos se ha definido por su rivalidad con Inglaterra, con los indígenas (en su "acción de gracias", dice Berman, "comen un pavo para celebrar un genocidio"), con México, con la Unión Soviética. Los años en que no tenían con quién pelear parecían no tener ningún sentido, y sólo Homero Simpson y Monica Lewinsky llenaban las horas. Entonces ocurrió el 9/11 y se tiró del hilo para una década. Desde su origen y hasta ahora, "la guerra dio razón de ser a los americanos". 
Morris Berman se distingue de la mayoría de analistas porque no cree en "análisis mecánicos con respuestas mecánicas". Su libro "Cuestión de valores" es un ejemplo. Cita lo mismo a Shakespeare que al Tao Te King que a Thomas Jefferson. Dedica un capítulo completo a la serie cómica Seinfeld. Cifra la ignorancia del pueblo norteamericano una y otra vez, por ejemplo, una quinta parte piensa que el Sol gira alrededor de la Tierra. Estudia el manejo de CNN a la noticia de un coreano que asesinó a 32 estudiantes y profesores. Diserta sobre las implicaciones de "ser cool" o querer serlo. Niega las teorías de conspiración de una elite contra todos los demás. Se distingue aquí de Michael Moore y de Noam Chomsky a quienes dice admirar, pero con quienes discrepa porque son ellos de esa izquierda que considera que la gente, siempre bien intencionada, está vendada por las manos del fuerte, del amo, del poderoso.  "Pero ¿qué pasa si la venda son los ojos?", pregunta Berman. Por uno y otro lado intenta revelar la condición de la naturaleza norteamericana, y enfatiza que la raíz del problema está ahí, no en los políticos solamente. Habla del avance de la enfermedad mental en los niños, que ya es la principal discapacidad, del consumo de antidepresivos (la población de Estados Unidos es la quinta parte del mundo, pero consume dos terceras partes de estos medicamentos), cita con una sonrisa en la boca, no exenta de preocupación, declaraciones brillantes por imbéciles, como la de una autoridad que meses después del huracán en Katrina dijo que no avanzaban la reconstrucción porque implicaba solidaridad, y la solidaridad socialismo, "y primero que ocurra otro Katrina a ser socialistas". Describe los niveles absolutos de espionaje en su país. Narra la estrepitosa caída de las humanidades en las escuelas norteamericanas, cada vez más orientadas al conocimiento técnico, efectivo, y a la búsqueda de empleos que requieran las corporaciones o burocracias. "Si México ha de tener un futuro -dice Berman- sus universidades tendrán que convertir a las humanidades en algo central para la educación de sus estudiantes". Por lo mientras, en 2008, bajo los pedidos de la OCDE, el gobierno mexicano inició una reforma a la educación media superior donde, entre otras cosas, la literatura fue disuelta en la asignatura de comunicación, al lado de inglés y computación; la historia en ciencias sociales, y la filosofía en "transversalidad". 
Los reflejos de "los valores" que se filtran desde el norte son muchísimos e importantes.


3


Rafael Rodríguez Castañeda y Marco Antonio Cruz presentan la edición especial de 35 años de fotoperiodismo de la revista Proceso, ya en venta en puestos de periódicos. Es el recuento de más de tres décadas de los sucesos políticos, sociales y culturales que han acaecido en nuestro país, en el lenguaje silencioso y decisivo de la fotografía. Incluye imágenes ya emblemáticas del 68, del terremoto del 85 o del levantamiento zapatista (Antonio Turok), momentos claves como el sepelio de los jóvenes asesinados en Salvárcar (Ricardo Ruiz), Javier Sicilia en la primera marcha por la paz (Germán Canseco), el incendio en la guardería ABC (Teodoro Borbón), Onésimo Cepeda riendo y "guardándose la cartera", según Rodríguez Castañeda (Octavio Gómez), la salida de Scherer, Quezada y Granados Chapa de Excélsior (Juan Miranda), el funeral de Hank González (José Manuel Jiménez), y portadas inolvidables del semanario, como "Violencia cotidiana en la frontera norte" (Julio César Aguilar), Carmen Aristegui en la radio (Germán Canseco) o la quema de autos por narcotraficantes en Michoacán (Eduardo Miranda). Entre paréntesis, los fotógrafos. 
Dice Marco Antonio Cruz en la presentación: "A los medios poco les importa al memoria" y se pierden archivos muy valiosos de este país. Por eso este nuevo esfuerzo de Proceso y de los periodistas, para los cuales, de acuerdo a Rodríguez Castañeda, "todos los días son inéditos".