Crónica: EN LA FIL #25


de Vanguardia.com.mx

Indignado, hasta la madre, nos duele

Fecha de escritura: 27/11/11
Publicación: HM



El segundo día de la FIL comienza con vientos helados. La temperatura oscilará muy por debajo del clima normal de esta región, y serán los libros y el gentío lugares del calor. En el auditorio Juan Rulfo –a desbordar desde media hora antes de la presentación- un hombre pide a su hermana o a su amiga: “no seas malita, ¿te puedes parar para que salga todo el foro?”, y abraza a su mujer, de cara a la pocket, pero no le interesa la fotografía de amor (ya debe tener suficientes) sino el fondo, las quinientas o más personas que hay allá atrás, el lugar, el momento. Del close-up a la panorámica, sonríe la pareja, y el foro aguarda la presencia de Javier Sicilia, Alejandro Rosas, Ricardo Cayuela y Ricardo Raphael de la Madrid, pero sobre todo del primero. Cuando aparecen,  la gente, de pie, aplaude. Invitado de última hora, está Paco Ignacio Taibo II, quien moderará la sesión. “Yo vine a hacer una colecta para comprarle un helicóptero a Felipe Calderón”. Tras la aprobación a carcajadas, corrige: “Me pidieron que moderara, pero yo no me modero ni a mí mismo”. Suelta un último comentario hilarante antes de otorgar la palabra, acerca de la prohibición del cigarro: “Acá les encanta prohibir”, uno sueña con Pancho Villa y acá estos “son felices cuando pueden prohibir algo. Este país tiene vocación de cadenero de discoteca”.
Alejandro Rosas y Ricardo Cayuela presentan su libro “El México que nos duele”. Hablan de no olvidar, de civilidad cotidiana, de la frustración que se resume en que “no hemos podido hacer de la democracia una forma de vida”. “¿Cuándo se chingó México?”, pregunta Rosas, y resuelve: “en 700 momentos en los últimos cuarenta años”. Su ritmo es agitado, su voz fuerte y tienen que pasarle un papelito para que finalice. Antes provoca aplausos al decir que “el fin del mundo, como dijeron los mayas, es que llegue el PRI en 2012”. 
Más tranquilo, completa la presentación Cayuela,  quien se dice honrado de compartir mesa con Sicilia y del que opina que “tardaremos tiempo en entender las dimensiones de su desafío ético”. Por su parte Raphael de la Madrid, al presentar “México indignado”, compilación de experiencias de activistas como Lydia Cacho, Carlos Cruz o de los hermanos LeBarón, opina que “la principal víctima de nuestra época son los jóvenes”. “Nadie guardó un minuto de silencio por los asesinados del jueves, que juzgamos criminales sin saber nada, y que eran casi todos jóvenes”.
Sicilia le toma la palabra y pide un minuto de silencio por las más recientes víctimas y por los 50 mil muertos de la guerra de Calderón. Terminado el minuto, Sicilia explica brevemente su libro “Estamos hasta la madre”, compuesto de sus artículos para la revista Proceso, reflexiones sobre política, economía, ética, religión.
Sicilia reflexiona sobre el Estado hobbesiano que nace de la Ilustración y que “ahora está en crisis, se está desmoronando” lo mismo que el mercado. Citando al lingüista Perkins dice que la democracia es ya “una palabra plástica que ya nadie sabe qué quiere decir”, y al comentar sobre los 10 mil desaparecidos, lo llama un absurdo, “¿cómo un Estado no va a saber dónde están 10 mil de las personas que custodia?”. México “es el hijo que Kafka y Bretón habrían tenido”. Con todo, pregunta: “¿cómo vamos a decir que vamos a elecciones y a decir que de eso se trata la democracia?”. Hace pausas, piensa antes de hablar, saca sus palabras como de un pozo. Repasa la etimología de “democracia” porque remontarse al contenido de una palabra es volver a su origen. “El poder del pueblo. Ese es el poder que nosotros hemos cedido”. Recuerda su último artículo de Proceso, “La democracia y el Reino”, donde hablaba de la democracia religiosamente y la comparaba a un almendro y a una primavera en medio del invierno. Como si esa sola imagen, ese solo pensamiento le otorgara fuerza, se concentra por entero en lo que sigue: “Cada vez que caminamos contra delincuentes y contra un Estado que no nos cuida”, cada vez que sentamos a los poderes a dialogar, “ejercemos la democracia”. Y traduce su reflexión en acciones políticas: “No podemos ir a la elección si la clase política nos negó la reforma política", esto es, revocación de mandato, reelección de candidatos, contabilización del voto nulo, candidaturas ciudadanas. "Yo voy a votar en blanco, no estoy promoviendo el voto blanco porque además ni cuenta, nos lo quitaron (…) pero no tengo nada que ver con una clase política y partidocracia que me niega y les niega a los ciudadanos el voto blanco como una fuerza política. Yo no voy a ir a simular a las elecciones”. Además pide a delincuentes y al Estado una tregua de 48 horas en los días de Navidad, “una tregua para pensar qué hemos hecho”, “¿qué nos hemos dado?”.
Afuera, el frío arrecia.