Crónica: EN LA FIL #25


Granados Chapa.   De Pedro Valtierra.

Lectores y ciudadanos

Fecha de escritura: 27/11/11
Publicación: HM


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Es la feria fundadora de lectores. A pregunta expresa de qué libro llevan y por qué su elección, recojo respuestas: “Gramática latina para traducir textos”; “Dos biografías, de Hitchcook y Fellini, para mi cineclub”, “Veinte años después de Alejandro Dumas, la segunda parte de Los tres mosqueteros y Aventuras de Sherlock Holmes: trae varios casos que no he leído”, “No son míos, me traen de cargador”, “Esta edición conmemorativa de Las batallas en el desierto cuya portada es una foto de Nacho López”, “Clásicos de literatura y cine: nos estamos armando, nos dura medio año”, “Libros de derecho que no encuentro normalmente”, “Flaubert. Libros de diseño, por nuestra carrera. Y rompecabezas”. "Quiero cuidarme el cuerpo, para mi niña de 14 años”, “Uno de Almudena Grandes, porque me gusta y para que me lo firme”.
Si decimos, con Monsiváis, que “gracias a la lectura, cada persona se multiplica a lo largo del día”, de los 660 mil visitantes que ingresan este año a la FIL, ¿cuántos salen?, ¿y qué estadística puede avalar un proceso subjetivo y colectivo al mismo tiempo?
Otro ejemplo, aunque patético, de fundación de lectores. Le preguntan a Enrique Peña Nieto, que asiste como conferencista, qué libros tiene por valiosos. No consigue recordar casi nada, cita mal "La silla del águila de Krauze", que es de Carlos Fuentes, si no olvida al autor de la Biblia es por demás motivos y ya en el colmo explica: “La verdad es que cuando leo libros, me pasa que luego no registro del todo el título, me centro más en la lectura, pero más o menos te da una idea de los libros que he leído”. A continuación se vuelve trend topic en twitter "LibreríaPeñaNieto", donde recibe una ola de burlas y críticas. Como elemento de poder, Peña Nieto (se lo harán saber ahora sus consejeros de imagen) no tiene el mismo efecto en una feria del libro que en una televisora, en funciones de gobierno o en un mitin; aquí está obligado a rendir cuentas a la cultura, frente a la cual el poder se disuelve.

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Toda ágora que permanezca abierta es, asimismo, constructora de ciudadanía. El homenaje póstumo a Granados Chapa no deja de ser eminentemente político, republicano, bajo la condición que aceptemos que la república y la democracia no están en la cámara de senadores o diputados sino en las "plazas públicas". Participan en el homenaje Carmen Aristegui, Fernado González Gortázar, Javier Corral, José Narro, Vicente Leñero y su mujer Shulamit Goldsmit; hay tal cantidad de gente que se retiran las mamparas para que todo mundo sea testigo. Se aplaude la decisión y si Taibo II definió la vocación de cadenero de discoteca que tiene el mexicano, por ahora es derrocada. Es que es viernes y se quiere ser parte de cuanto va a suceder.
Comienza Raúl Padilla, presidente de la FIL, obligado a la diplomacia de la bienvenida, que es como si el orador leyera un texto que no sabe quién escribió. El diputado Corral narra la polémica en torno a la fusión entre Iusacell y Televisa, fraguada entre diciembre de 2010 y abril de 2011. En su momento estas empresas habrían desacreditado fragorosamente una columna de Granados Chapa donde el periodista daba cuenta de la fusión y que sólo diez semanas después se sabría certera. Aristegui, heredera que es, admira la “vocación de servicio” de Granados Chapa y “su capacidad para quitar la paja y presentar lo esencial”. José Narro anuncia, como tributo, una cátedra con su nombre y una beca para estudiantes en la UNAM. González Gortázar, arquitecto y amigo cercano, habla por momentos con un nudo en la garganta. “Hubo ocasiones en que cantábamos hasta por teléfono”. “He tratado de recordar de qué hablábamos cuando desayunábamos después de su programa en Radio Unam o cuando...”. En el orden de anécdotas, Leñero cuenta su época Excélsior y la primera de Proceso: “Sin distraerse un ápice en el ruido reporteril” escribía “párrafos escritos con claridad absoluta”. “Cafeteábamos en el Palermo de la calle de Humboldt”. Cita, para concluir, un verso de Miguel Hernández (“compañero del alma, compañero”) que ratifica mejor su compañera en la vida, Goldsmit.