Es sólo perderse como las flores se pierden en invierno. Sólo esfumarse como los pájaros dan paz a esta tarde nublada de silencio, de sangre y tierra mojada. Porque es una de esas tardes nubladas que no duda en tirar un mensaje de lluvia y depositarlo entre las piedras. Así la vida se enfila en ciertos colores violetas, en regiones celestes que gritan por un poco de eso que se ha descubierto nada más que para ser olvidado. Para ser sepultado en la niebla que no existe. Para ser amortiguado por un corazón que ha nacido por la urgencia de que alguno, aunque triste, aunque solitario, mire esta tarde nublada que abre, que nunca ha cerrado.