Entreverado por el poder de la madrugada,
sorprendo un cielo que fue pensado hace siglos,
cuando la luna y el dolor se ponían de acuerdo
para ir por diferentes caminos.
Una gota de sangre
que orientada entre los valles
del universo interno,
frágil como una copa de vidrio,
vacía esperando a que una imaginación la colme
con dicha o desdicha y vuelva a replantearse el mundo,
gota de sangre, de crepúsculo y paredes sumergidas en las venas de un instinto dispuesto a matar por ver,
y que corre ensimismada, egoísta y torpe por entre las cadenas de las almas que los otros se pusieron por decoro.
Observador, ya no se frustra por no salvar su mundo,
y lo libera de sí mismo.
Mi sueño se va haciendo diferente.
A plena ciudad,
a pleno claro de luna,
no existe testigo.
sorprendo un cielo que fue pensado hace siglos,
cuando la luna y el dolor se ponían de acuerdo
para ir por diferentes caminos.
Una gota de sangre
que orientada entre los valles
del universo interno,
frágil como una copa de vidrio,
vacía esperando a que una imaginación la colme
con dicha o desdicha y vuelva a replantearse el mundo,
gota de sangre, de crepúsculo y paredes sumergidas en las venas de un instinto dispuesto a matar por ver,
y que corre ensimismada, egoísta y torpe por entre las cadenas de las almas que los otros se pusieron por decoro.
Observador, ya no se frustra por no salvar su mundo,
y lo libera de sí mismo.
Mi sueño se va haciendo diferente.
A plena ciudad,
a pleno claro de luna,
no existe testigo.