Irías a golpear la ilusión de ver diamantes lisos
por ver de qué roca sedienta y ronca se ha hecho el espacio.
Hasta el fondo de la cueva, húmedo lugar sin luz, vendrías,
por saber qué es ahí donde esperanza

y dolor habías cargado.
Y nada hay que halles y nada te prueba.
Pero ya observas, ya.
La realidad se acerca recíprocamente.