Shock.
Escupiré lengua blanca.
Nos clavaron velas a los chimuelos.
De madrugada, encías de humo.
Plumones, cubiertos de metal, pinceles mojados,
rabia y semen.
No tienes cuerpo, Lika, no tienes eje.
Sólo tienes vida y eres sádica.
Te estoy llamando a gritos desde mi mesa
con semejante abundancia entre yo y la luna.
Amo mi desgarre.
No tengo que ir,
no confesar.
Nomás trapear el vidrio cerebral
en que dejaste tu gordura.
Te mataré a golpes de lluvia.
Plomo. Plomo.
Qué pobre es, Lika, el que te juzga.
Duende efusivo.
El título de mi página es tu sangre
caída en mi hombrera.
Te la traigo como un pastor a sus ovejas descarnadas.
Mira.
Ya no te columpiarás igual.